NÚMERO
35



ENERO
JUNIO
2015

TEXTOS Y CONTEXTOS

Formación y método para la crítica de arte: un aporte

Training and Method of Art Criticism: A Contribution

Resumen

Además de ejercer la crítica de artes plásticas, visuales y conceptuales, con base en una metodología que propuse en 1988, desde los primeros años de la década de 1990 me he ocupado de formar críticos de arte, también a partir de mi planteamiento metodológico. En este texto hago un recuento de las numerosas ocasiones en las que, como ponente, conferenciante o profesor, he cumplido con mi afán de preparar personas que se interesen por la crítica en un grado tal que lleguen a ejercerla.


Abstract

In addition to writing criticism of plastic, visual and conceptual art, based on a methodology proposed by myself in 1988, since the early 1990’s I have been involved in training art critics, also from my own methodological approach. In this paper I recount the many times that as a speaker, lecturer or professor I have fulfilled my desire to train people interested in art criticism to such a degree that they exercise it themselves.



CARLOS-BLAS GALINDO / CRÍTICO Y ARTISTA
carlosblasgalindo@gmail.com


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Me dedico a la crítica de las artes plásticas, visuales y conceptuales porque estoy absolutamente convencido del papel irreemplazable de esta actividad en favor del impulso al desarrollo de la cultura artística de todo ámbito cultural, así como debido a mi interés por intervenir de manera directa en el proceso de producción, distribución (del que es parte lo valorativo) y consumo de esos bienes culturales llamados obras de arte. En mi discurso de ingreso como académico de número a la Academia de Artes, en 2007,[1] hice un recuento de cómo detecté y pude concretar mi vocación; de cómo me inserté en el medio de la crítica mexicana y latinoamericana; de la metodología que propuse en 1988 —misma que a la fecha utilizo—[2] y de la manera en la que obtuve mi formación real en la práctica periodística, asimismo, a partir de 1988.

Creo, pues, en las bondades de la crítica. Y puedo afirmar que un medio que carece de crítica[3] resulta un ámbito autocomplaciente en el que sólo en apariencia “todo vale” pero en el que en rigor —como en toda unidad y lucha de contrarios en la realidad llamada tangible— a nada se le puede reconocer una valía sobresaliente, de contar con ella, mientras que nada puede ser denominado, sin cortapisas, como un producto seudo-artístico, ni siquiera cuando su carencia de aportes de índole cultural resulta inobjetable. Un medio en el que no existe la crítica es fácilmente reconocible por la proliferación de exposiciones —tanto individuales como colectivas— integradas con obras que, en los mejores casos, resultan decorativas, y que son de la autoría de personas (a quienes no se les puede llamar artistas, pues no están comprometidas con el desarrollo cultural) que cultivan lenguajes anacrónicos.

Carlos-Blas Galindo durante la sesión final del diplomado en Crítica de arte (artes plásticas, visuales y conceptuales). Centro de las Artes Centenario, San Luis Potosí, SLP, septiembre de 2010. Foto: Juan Manuel Delgado Carmona.


Asimismo, en todo ámbito carente de crítica se tienden a aceptar, cual si se tratara de alguna fatalidad, cuando no de un dogma de fe, los paradigmas que se imponen desde el poder cultural global, conjunto de condiciones que en apariencia son meras modas pero que constituyen métodos de control para la cultura artística, conjunto al que se le conoce como mainstream, o cultura predominante. En cambio, es posible distinguir un ámbito que cuenta con una labor crítica, toda vez que deviene un medio exigente, en el cual existen instituciones especializadas —como museos y galerías, básicamente— en los que se exhiben obras de resistencia o de avanzada, de la autoría de artistas verdaderos, quienes practican léxicos emergentes o al menos predominantes, o bien alejados del mainstream, pero jamás obsoletos.

En nuestro país existe una aversión a la crítica, ya sea porque es tenida por restrictiva, porque es considerada como generadora de reglas y preceptos, o bien porque se le atribuyen ambas características negativas… o incluso más. Sin embargo, el papel de la crítica no es el de restringir ni el de normar la producción artística, sino el de ponerla en valor. Esto es: el de evaluar las obras y señalar si cuentan con aportes suficientes y en cuáles rubros; si aportan poco porque corresponden a autorías vinculadas con lenguajes predominantes o en su fase de obsolescencia, o si carecen siquiera de variantes de poca monta, caso en el cual resultan seudo-artísticas. A eso se reduce la función de la labor crítica, tal y como lo planteo en mi propuesta metodológica. En eso radica su importancia con respecto al desarrollo de la cultura artística y con relación a la consecución del proceso producción-distribución-consumo.

La aversión a la crítica no es propia de quienes constituyen los amplios sectores de públicos no especializados, pues entre ellos priva un desinterés por los resultados de esta labor; esta antipatía es característica, en cambio, de muchas personas entre los públicos especializados, así como de no pocos autores de obras plásticas, visuales o conceptuales, quienes incluso llegan a considerar como una agresión personal un texto crítico que no sea favorable para su trabajo, y abundan entre ellos quienes llegan a descalificar a quien firma un escrito de esa índole. Recuerdo haberle escuchado decir al teórico del arte Juan Acha, ya desde los años setenta del siglo pasado, que los críticos escribimos para los demás críticos, por lo que quienes somos asiduos lectores de textos críticos somos, precisamente, quienes ejercemos esta actividad.

Carlos-Blas Galindo durante la sesión final del diplomado en Crítica de arte (artes plásticas, visuales y conceptuales). Centro de las Artes Centenario, San Luis Potosí, SLP, septiembre de 2010. Foto: Juan Manuel Delgado Carmona.


Para ejercer la crítica se requiere de una formación específica. Y de actualizar constantemente la información especializada con la que los críticos estamos obligados a contar. Además, se precisa aplicar un método. Toda vez que en nuestro país no existía la posibilidad de formarse profesionalmente como crítico, muchos de quienes hemos abrazado esta labor provenimos de carreras como la historia, la historia del arte, la filosofía, la comunicación o las artes visuales, por ejemplo. Por ello es que me he propuesto participar en la formación de críticos.

Una de las primeras ocasiones que tuve para conseguir mi propósito fue en Venezuela. En 1991 conduje en el Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos, en Caracas, el seminario La metodología, requisito para el desarrollo de la crítica de arte. Roldán Esteva-Grillet, quien fuera uno de mis alumnos, ya ejercía la crítica de arte desde antes de cursar el seminario y la practica hasta el presente. En 1993 impartí el curso Apreciación y crítica de artes plásticas en el taller de periodismo cultural del Museo Biblioteca Pape de la ciudad de Monclova, Coahuila. A este curso acudieron integrantes del voluntariado del museo, quienes se ocupaban de conducir visitas guiadas a las exposiciones que ahí se mostraban. Una de esas personas, quien ahora labora en el Departamento de Educación del Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey, en la capital del estado de Nuevo León, me comentó recientemente que a partir de aquel curso se interesó por el arte actual.

En el mismo 1993, invitado por el artista conceptual y profesor universitario José Miguel González Casanova, expuse mi metodología en un efímero taller de crítica de arte en el plantel Xochimilco de la entonces Escuela Nacional de Artes Plásticas (ENAP, hoy Facultad de Artes y Diseño) de la Universidad Nacional Autónoma de México. Entre quienes estuvieron presentes —aun cuando no fue alumno de la ENAP, sino que probablemente haya sido uno de los coordinadores del taller, en el que sé que participó— se contaba Fernando Gálvez de Aguinaga, quien por aquel entonces ya ejercía la actividad crítica y hoy vive y trabaja en el estado de Oaxaca.

Una valiosa oportunidad para difundir mi método y hacer proselitismo en favor de la práctica de la crítica artística ocurrió en 1994. Entre aquel año y 1995 coordiné el curso Crítica de las artes que, a partir de la metodología que aplico, impartimos Óscar Flores, Francisco Romero, Morelos Torres y yo en el por entonces recientemente inaugurado Centro Nacional de las Artes (Cenart). Aquella vez adaptamos mi método de manera que fuera aplicable para la crítica de la danza, la música y el teatro, amén de emplearlo para las artes plásticas, las visuales y las conceptuales, para las que originalmente fue planteado. Según la información de la cual dispongo, ninguno de los estudiantes que en aquella oportunidad atendimos se dedica a la crítica. El artista y promotor cultural César Espinosa asistió al curso; empero, ya había conformado su marco teórico-referencial para cuando entró en contacto con mi método. Una consecuencia estupenda de aquel curso en el Cenart ha sido el que Óscar Flores esté interesado en adoptar esa metodología para posibilitar su ejercicio en la crítica de danza.

El año 1995 fue funesto para la crítica, pues en los primeros días falleció quien fuera mi mentor y amigo, el teórico del arte Juan Acha. A pesar de mis empeños y los de otros colegas, no ha sido sino hasta fechas muy recientes que la formación de críticos ha generado algún interés. En 1996 me ocupé del Taller de crítica que fue parte del Diplomado de especialización de crítica aplicada a las artes visuales que se efectuó en la ciudad de Monterrey, Nuevo León, organizado por el Consejo para la Cultura de aquella entidad (Conarte) y Curare. Entre quienes cursaron el diplomado estaba David Torrez, quien laboraba como periodista de cultura en el periódico El Norte y actualmente es curador. A invitación de Dinorah Basáñez, también en 1996 impartí el curso-taller Aproximación crítica a las artes visuales en las instalaciones del entonces incipiente periódico Reforma, en el Distrito Federal, al cual acudieron colegas periodistas, sobre todo quienes se desempeñaban en la sección cultural de ese diario, la cual por entonces estaba a cargo de Basáñez, quien había desarrollado su trayectoria periodística en el diario El Norte.


Carlos-Blas Galindo durante la sesión final del diplomado en Crítica de arte (artes plásticas, visuales y conceptuales). Centro de las Artes Centenario, San Luis Potosí, SLP, septiembre de 2010. Foto: Juan Manuel Delgado Carmona.

Entre 1999 y 2002 viví en la ciudad de Oaxaca, donde asimismo radicaban mis colegas críticos Enrique Franco Calvo, el ya referido Fernando Gálvez, Fernando Solana y yo, así como el escritor Jorge Pech, autor de ensayos sobre arte. De nosotros el único que continúa viviendo en Oaxaca, como mencioné, es Gálvez. En 1999 me correspondió impartir en Monterrey, Nuevo León, el curso-taller Crítica de arte, de nueva cuenta a invitación del Conarte, y en aquel mismo año expuse mi propuesta metodológica en la conferencia que dicté en la Finca del Arte, en la capital del estado de Colima. En el año 2000 fui conferenciante en la Facultad de Filosofía de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo en Morelia, Michoacán; el título de mi participación fue “Crítica de las artes visuales. Una metodología”. En 2001 dicté mi conferencia “La visión crítica”, en el Jardín de las esculturas de la capital del estado de Veracruz.

En 2004 fui designado director del Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de Artes Plásticas (Cenidiap). A partir de entonces y durante algún tiempo dejé de ejercer mi labor crítica con asiduidad y asimismo reduje mis intervenciones orientadas a la formación de críticos, interés que retomé en 2007. Aquel año expuse nuevamente en la ENAP —aunque por supuesto ante nuevos escuchas— mi planteamiento metodológico y poco después presenté mi ponencia “Un método de enseñanza para la crítica de arte” en las Jornadas de Crítica de Arte organizadas por la sección nacional mexicana de la Asociación Internacional de Críticos de Arte, a la que había ingresado en 2006 y a la que renuncié en 2010. También en 2007 fui el responsable del curso-taller Crítica de las artes visuales en el Centro Regional de las Artes de la ciudad de Zamora, Michoacán, sin ningún resultado en cuanto al ejercicio ulterior de la crítica por parte de los alumnos, hasta donde sé.

En 2009 fui uno de los profesores invitados al Diplomado en crítica de arte que Luis Ramaggio organizó para el Centro Estatal de las Artes Ensenada. A consecuencia de mi participación se me ha propuesto coordinar un taller de crítica, de manera que se propicie el surgimiento de una crítica profesional en ese estado. En 2010 fui convocado por Alejandro Mariano a participar como profesor en el diplomado en Crítica de arte y curaduría de exposiciones que encabezó para el Centro de Gestión y Formación Cultural Realia con el apoyo de la Universidad Veracruzana en Xalapa.

En 2009 y 2010 coordiné el diplomado en Crítica de arte (artes plásticas, visuales y conceptuales) que se me solicitó desde la Dirección General de Vinculación Cultural del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, y al que convocaron de manera conjunta la Dirección de Capacitación Cultural del mismo Consejo y la Secretaría de Cultura del gobierno de San Luis Potosí, diplomado que albergó el Centro de las Artes Centenario de esta entidad. Amén de coordinador del diplomado, fui uno de los profesores del mismo. Concluyeron satisfactoriamente sus estudios 22 de las 35 personas que solicitaron inscripción. Para conseguir su acreditación hubieron de cursar las 210 horas que duró (o un porcentaje mayoritario de ese total) y debieron entregar, como trabajo final, un texto crítico. Como corolario de este diplomado, algunos de quienes lo cursaron se propusieron editar una publicación independiente que contendría exclusivamente textos de crítica de arte y que llevaría el nombre de Caníbal. No obstante que de Caníbal solamente se ha editado el número cero, uno de sus impulsores, Oswaldo Ramos, quien ejercía la crítica en San Luis Potosí desde antes de cursar el diplomado, continúa practicando esta actividad y se ha interesado en aplicar mi método.


Carlos-Blas Galindo con los alumnos que cursaron el diplomado en Crítica de arte (artes plásticas, visuales y conceptuales). Centro de las Artes Centenario, San Luis Potosí, SLP, septiembre de 2010. Foto: Martha Rocío Castillo Medellín (Chiquis Castillo).

Desde que en 2012 concluí mi gestión como director del Cenidiap vivo con mi familia en la capital del estado de Chihuahua. En ese mismo año di a conocer mi metodología en una conferencia magistral que dicté en la Facultad de Artes de la Universidad Autónoma de Chihuahua y al año siguiente fui convocado para fungir como profesor invitado en la Maestría en Artes que se imparte en esa institución. En el plan de estudios del citado posgrado está previsto que los estudiantes inscritos en el cuatro semestre (el último) cursen un taller de crítica. En 2014, y en mi carácter de profesor invitado, conduje ese taller. Como el estudiantado está integrado por gente de más disciplinas artísticas que las plásticas, visuales y conceptuales, ha sido preciso adaptar mi propuesta metodológica para la crítica musical, hasta ahora. Todavía es muy pronto para saber si entre las personas que cursaron conmigo el taller hay alguna que opte por ejercer la crítica como profesión. De entre mis estudiantes, Pablo Méndez me ha comunicado su interés por practicar la crítica de fotografía y por aplicar, para tal efecto, mi metodología.

Convencido, como estoy, del papel fundamental de la crítica de las artes plásticas, visuales y conceptuales en desarrollo de la cultura artística, así como en la concreción del proceso productivo, distributivo y consuntivo de las obras de artes plásticas, visuales y conceptuales, continuaré en mi empeño de participar en la formación de críticos.


Semblanza de la autor

Carlos-Blas Galindo. Crítico de arte, curador independiente y artista conceptual. Académico de número de la Academia de Artes, miembro de la College Art Association e investigador titular de tiempo completo en el Cenidiap, del que fue director entre 2004 y 2012. Profesor invitado en la Maestría en Artes de la Universidad Autónoma de Chihuahua.



Recibido: 7 de noviembre de 2014.
Aceptado: 8 de diciembre de 2014.

Palabras clave
arte, crítica, método, formación, Carlos-Blas Galindo.

Keywords
art, criticism, method, training, Carlos-Blas Galindo.

 

[1] Discurso de ingreso a la Academia de Artes. Mi itinerario crítico, seguido de Jorge Alberto Manrique, “Respuesta al discurso de ingreso a la Academia de Artes del maestro Carlos-Blas Galindo”. México, Academia de Artes, 2007 (Homenajes y discursos 33). También disponible en: http://media.wix.com/ugd/d75d34_ >670234d9fb7f4b51846a34123063f8b0.pdf [Consulta: 7 noviembre 2014].

[2] Elementos estéticos, temáticos y artísticos: un método para la crítica de las artes visuales. México, Instituto Nacional de Bellas Artes, Cenidiap,Centro Nacional de las Artes, Estampa, 2005 (Abrevian ensayos). También disponible en: http://www.cenidiap.net/index.php/biblioteca-digital?id=245 [Consulta: 7 noviembre 2014].

[3] Es menester distinguir la crítica de los textos de presentación, de suyo apologéticos y destinados a los catálogos de exposiciones o a las cédulas de sala, así como diferenciarla de aquellos escritos que tienen como pretexto temático algún asunto artístico.