NÚMERO
39



ENERO
JUNIO
2017

TEXTOS Y CONTEXTOS

El gesto de la mano. La escultura de Javier del Cueto

The gesture of the hand. Javier del Cueto’s sculpture

Resumen

Para Javier del Cueto, en el proceso de creación en cerámica la mano del escultor antecede a la idea. Algo similar apuntaba Constantin Brâncuși (Rumania, 1876-Francia, 1957) cuando decía que “la mano piensa y sigue los pensamientos del material”. La escultura de Del Cueto se relaciona no sólo con la química propia de los procesos cerámicos, con la alquimia del fuego que transforma los materiales; las temáticas que expresa se vinculan también con la literatura, con las evocaciones que le provocan los grandes novelistas. Además, en sus creaciones conecta con la música, las matemáticas e incluso con el transcurrir de las estaciones del año. Al final, este proceso no es más que un viaje al interior de uno mismo, con el inherente riesgo de extraviarse; pero ahí es justamente donde la creatividad encuentra soluciones distintas y nuevos mapas conceptuales.


Abstract

The handor precedes the idea in the process of ceramic creation, according to Javier del Cueto. This echoes Constantin Brâncuși’s remark: “The hand thinks and follows the thoughts of the material”. Del Cueto’s sculpture is related not only to the chemical processes of ceramic production, the alchemy of fire that transforms the materials; above all, the themes to which he gives expression are related to literature, with the evocations summoned by great novelists,  journeys and exhibitions. Furthermore, his creations are linked to music, mathematics, and even the succession of the seasons. In the end, this process is a journey within oneself, with the inherent risk of losing one’s way. But it is precisely there that creativity finds different solutions and new conceptual maps.



ALICIA SÁNCHEZ MEJORADA / HISTORIADORA DEL ARTE Y CERAMISTA
INVESTIGADORA DEL CENIDIAP
alicia.sm@me.com


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Las infinitas posibilidades que nos ofrece la escultura de Javier del Cueto tienen que ver no sólo con las propuestas estéticas contemporáneas y con las cualidades propias del material con el que decide expresarse, el barro, sino de manera particular “con aquello que quepa dentro del cuenco de su mano”, con el pedazo de arcilla que uno puede colocar entre las palmas y modelarlo, incidiendo sobre el material, sobre el barro fresco, estrujándolo, dándole forma, descubriendo un nuevo camino, viendo —como si se tratara de una semilla— las posibilidades creativas de la forma que se está gestando.

El gesto de la mano va por delante de la idea, señala Javier, quien siempre ha considerado que es así como se hace la escultura. De manera sencilla, juguetona y al tiempo rigurosa, el proceso mismo de trabajo lo lleva a otros resultados que dan pie para generar una nueva pieza o proponen ideas para las siguientes obras, para continuar por otros rumbos con procesos similares. Por ello considera que hay que ejercitarse lo más posible para que el concepto no haga que la mano se detenga. De ahí también que sus piezas sean en formato pequeño.

Javier considera que el barro encierra en sí mismo todas las posibilidades de la escultura. “Si los budistas dicen que el universo entero está contenido en una gota de agua, entonces ¿qué no contendrá un tocho de barro que nos cabe en la palma de la mano? […] En escultura hay que experimentar, eso está fuera de duda […] No existe ningún material que se transforme tanto como el barro, y si la escultura es transformación, entonces, ¿qué mejor material que el barro?”. [1]

Durante milenios, en todas las culturas, arcillas y agua se han amasado para conformar el barro. Desde hace más de veinte años Javier del Cueto comenzó a trabajar con una técnica novedosa: el barropapel, empleando la tradicional arcilla de bola y tierras refractarias como la arcilla de Zacatecas, que se mezclan con agua y papel para integrar una nueva pasta que amarre mejor y permita quitar peso a la pieza ya horneada. Esta mezcla resulta ideal para la escultura. En ocasiones la colorea con óxidos metálicos: óxido de hierro negro y rojo, bióxido de manganeso o rutilo cerámico para obtener distintas cualidades. [2]

Durante años ha perfeccionado un trabajo muy personal, cuya técnica se ha ido refinando en el proceso mismo del hacer. Javier refleja perfectamente el sentido de repetición y diferencia que propone Gilles Deleuze, pues cada obra repite y renueva la producción. Cada una lleva en sí la posibilidad de la repetición que marca un rumbo distinto, un nuevo modelo. La técnica consiste en amasar el barropapel y luego irlo modelando hasta obtener una cierta forma, ésta se deja secar a dureza de cuero, a dureza de hueso y después comienza a tallarla.

Javier del Cueto, Antes del meridiano 1, 2009. Cerámica alta temperatura, cono 6, barro refractario con óxidos metálicos, 16 x 12 x 11 cm.

Al estar en contacto directo con los materiales, al experimentar, surgen algunas obras en sí mismas, pero cada intento, cada gesto registrado en la arcilla o en cualquier otro material contiene en potencia otras posibilidades que pueden ser desarrolladas más adelante. De esa manera, el pequeño formato es el mejor registro de sus ideas, un registro continuo y cotidiano sin la intermediación del lenguaje, como el mismo Javier señala.

El escultor Constantin Brâncuși, cuyas formas expresan la energía esencial de la materia, consideraba que “la mano piensa y sigue los pensamientos del material”.[3] Quizá, como planteó Brâncuși, mientras Javier talla descubre el espíritu del material y las propiedades que le son peculiares, porque a pesar de que las talla con segueta o con cuchillo dentado, raspando hacia un lado y hacia el otro, vacruzando los barridos para obtener los puntos de la chamota, [4] dejando que las arcillas salgan a la superficie, hablen y se expresen como pequeños puntos de color. Después sigue tocando cada pieza, la lija cuidadosamente hasta obtener ese sutil acabado, pétreo y fino, que caracteriza toda su producción.

En 2009 obtuvo una beca del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes por tres años, como miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte, con un proyecto sumamente interesante que relacionado con la literatura trabajaba con los elementos del barro: fuego, tierra, agua y aire. Primero, en 2010 presentó la muestra Viajar dentro de la casa. Escultura y cotidianeidad en la Biblioteca de México José Vasconcelos, donde mostró una serie de 52 esculturas en pequeño formato, una por cada semana del año, que a su vez estaban relacionadas con dos libros cuyos relatos de viajes permitieron a Javier mirar los objetos y los momentos cotidianos con mayor detenimiento. El primero Paradiso, novela del escritor cubano José Lezama Lima, de donde toma el nombre la muestra, y el segundo Palinuro de México, de Fernando del Paso. La exposición pretende ser un lugar de encuentro para los viajeros, nos dice el escultor en el texto del catálogo:

No hay que olvidar que el barro fue una piedra que viajó durante miles de años y miles de kilómetros, transformándose hasta convertirse en material dúctil y plástico que llegó a nuestras manos para que le diéramos nueva forma. El fuego, otro de los viajeros que aquí se reúnen se encargó de devolverle a la arcilla su condición pétrea original. Antes de eso, segúnDerek Walkott, el fuego estaba extrañando a la tierra. [5]

Las esculturas que presentó podrían considerarse una muestra retrospectiva, que representa una travesía por los estilos por los que fueron marcando las diferentes etapas de su proceso creativo, como él mismo señala, y que van desde la transición del torno a la escultura, la influencia de la Escuela Vasca, el paso paulatino de las formas en bloque a las esculturas modulares, hasta el descubrimiento en 1996 del barropapel, que para muchos creadores significó una nueva manera de abordar la cerámica. [6]

Javier del Cueto, Anudar el aliento 8, 2010. Cerámica baja temperatura, cono 5, barropapel y engobe, 18 x 34 x 22 cm.

 

Javier del Cueto, Anudar el aliento 2, 2010. Cerámica baja temperatura, cono 5, barropapel y engobe, 18 x 34 x 22 cm.

 

Javier del Cueto, Ecuación, 2014. Siete módulos, cerámica alta temperatura, cono 6, medidas variables, (en la foto: 27 x 42 x 24 cm).

 

Javier del Cueto, Ecuación no resuelta, 2014. 53 módulos, cerámica alta temperatura, cono 6, medidas variables, (en la foto: 18 x 62 x 23 cm).

 

Javier del Cueto, Plano inclinado, 2012. Metal, manta de cielo, barropapel y engobe rojo, 306 x 62 x 10 cm.

Las formas de Javier del Cueto, elaboradas con un gran rigor constructivo y al mismo tiempo con un goce en el proceso mismo para obtener superficies tersas, delicadas, proponen una sobriedad radical y una claridad absoluta, que liberan a la escultura de todo lo que no es ella misma. Sus esculturas en pequeño formato son en sí mismas maquetas para esculturas públicas, pues cada una guarda la proporción ideal, que puede expresarse a escala mínima o monumental.

En 2011 presentó la segunda exposición, que tenía que ver con otros dos de los elementos esenciales del barro: Tierra y agua, en el Museo Arqueológico de Valle de Bravo, cuyas piezas se relacionaban con el libro Los ríos profundos del escritor José María Arguedas.

Por último, en 2012, se llevó a cabo en el museo Anahuacalli de la Ciudad de México la tercera exposición del proyecto: Retorno al Monte Análogo, inspirada en la novela homónima de René Daumal que gira en torno al viaje que realiza un grupo de aventureros en busca de la mítica montaña y que anima a Javier para ir en búsqueda de su propio Monte Análogo. El artista rompe aquí con las prácticas que regían la escultura en cerámica para imponer una concepción hasta entonces inédita al crear piezas en barro que no fueron pasadas por fuego. Las doce esculturas monumentales se presentan sin hornear, lo que rompe con el proceso tradicional de cerámica, en el cual se considerarían “sin terminar”.

El aire es protagonista en esta evocadora muestra que, a su vez, recupera uno de los elementos fundamentales para la cerámica que, como no se ve, en ocasiones se olvida. La mayoría de las esculturas están creadas con estructuras huecas, forradas con tela y con barro crudo donde podemos percibir la presencia del aire. La intensión del autor, al crear atmósferas sensoriales, es remitir al espectador al encuentro con lo etéreo.

A últimas fechas su escultura se ha ido transformando en módulos pequeños que en conjunto forman una pieza. Especie de rompecabezas en tercera dimensión, que conservan y unen de manera peculiar la escultura abstracta y las variaciones del torno. En ellas Javier del Cueto recurre a su oficio de tornero y a su capacidad para generar, en el hacer, nuevas propuestas. Construidas con una sólida estructura formal, muestran la sensibilidad propia del artista. Estamos otra vez frente al gesto de la mano renovándose y reinventando constantemente, encontrando en los mismos procesos soluciones novedosas.

Javier del Cueto, La flecha del aire, 2012. Metal, manta de cielo, barropapel y engobe blanco, 132 x 372 x 138 cm.

Gracias a un exigente y continuo proceso de simplificación, de depuración y de experimentación, con la ayuda del torno levanta cilindros, jarrones, piezas circulares que deja secar y corta en consistencia de cuero. Retoma el torno como herramienta para generar esculturas, crear cilindros de paredes gruesas que corta como “tepalcates”. Cada uno de estos tepalcates lo trabaja como si fuera una escultura en sí misma. Las formas se repiten, pero cada una es independiente y distinta.

Javier del Cueto, El trineo del tacto, 2012. Metal, manta de cielo, barropapel y engobe rojo, 48 x 220 x 128 cm.

Piezas que conservan la curvatura de su origen torneado, pero que el artista va cortando como si fueran una especie de clavos, alcayatas o herramientas largas, estructurales, geométricas, circulares, con pico redondeado que se asimilan y empalman con la sencillez y desparpajo que encontramos cuando vemos montones de hojas o piedras apiladas en algún paisaje, como si fueran obra de la Naturaleza.

La obra de Javier del Cueto tiene que ver con muchos temas, se relaciona no sólo con la química propia de los procesos cerámicos, con la alquimia del fuego que transforma al barro en cerámica (o no) y con la física que crea espacios donde armar sus volúmenes, formas que envuelven el vacío y lo configuran nuevamente al jugar entre el adentro y el afuera, entre lo sólido y lo hueco, entre la materia y el espacio.

Sobre todo, su temática se relaciona con la literatura, la cual le provoca encuentros y conversaciones con grandes novelistas, con sus viajes y expediciones; con la geografía que le permite hacer sus mapas mentales y sus recorridos reales, plasmando las rutas por las que circula cotidianemente, mostrando las horas de sus trayectos, el día, el mes y la semana del año. Esto no es otra cosa que un viaje hacia el interior de uno mismo, donde, como decía su tocayo Xavier Villaurrutia, uno corre el riesgo de perderse. Y al perderse la creatividad se agudiza, encuentra soluciones distintas, hojas de ruta inéditas, nuevos mapeos conceptuales.

Además, Javier se conecta con las matemáticas, la música y las estaciones en sentido práctico, cotidiano y a la vez lúdico: los doce meses del año le provocan realizar doce esculturas e instalaciones de gran formato, como en el Retorno al Monte Análogo, o como sucede en una de sus últimas obras, donde las más de quinientas variedades de maíz autóctono que tenemos en México lo llevan a crear una inmensa cantidad de mazorcas cerámicas, que por sus formas, colores y por la textura de sus granos reflejan la diversidad genética y de adaptación de nuestros maíces.

Javier del Cueto, El hueco de una montaña, 2012. Metal, manta de cielo, barropapel y engobe blanco, 230 x 48 x 38 cm.

Ante el peligro que significaba la revisión del documento de ley contra los transgénicos, varios artistas se unieron a una asociación de científicos en defensa del maíz autóctono, de ahí surgió esta última pieza de Javier delCueto, una obra monumental e impactante: Mazorcas. Más de cien mil granos de maíz contra los transgénicos que se exhibió en el Jardín Botánico de la UNAM en la muestra colectiva Milpa: ritual imprescindible y se encuentra actualmente en el Museo Regional de Querétaro.

Javier del Cueto, Mazorcas. Más de cien mil grandos de maíz contra los transgénicos, 2014-2015. Cerámica de alta y baja temperatura, terra sigillata, óxidos metálicos y pigmentos cerámicos, medidas variables (en la foto: 122 x 300 x 26 cm).

Cada una de las mazorcas se trabajó en torno, y después fue sacando manualmente grano por grano. En este proyecto ya no empleó barros coloreados sino que pintó las mazorcas mediante terras sigillatas (tierras silenciosas) de muy variados colores, empleando óxidos metálicos y colorantes cerámicos; poniendo capa tras capa de pintura; bruñendo y deslavando cada pieza para describir la diversidad a nivel de paisaje, sus numerosas variantes diferenciadas y crear la sensación de vastedad.

Las obras de Javier del Cueto tienen gran profundidad, se van desarrollando a partir del contacto mismo con el material. Son formas esenciales que redescubren la materia y esa riqueza aumenta porque pueden verse desde distintos ángulos, cada uno es diferente, pueden modularse una y otra vez sin perder su vocabulario expresivo: armónico, austero y sutil.




Semblanza de la autora

Alicia Sánchez Mejorada Gargollo. Historiadora del arte y ceramista. Desde 1984 labora como académica para el Instituto Nacional de Bellas Artes. Ha conformado diversos fondos documentales, entre ellos: Carlos Mérida, Gabriel Fernández Ledesma, Kati Horna, Antonieta Rivas Mercado, Diego Rivera, Celestino Gorostiza y el Archivo Histórico del INBA. En coautoría con las investigadoras Leticia Torres, Ana María Rodríguez y Carmen Gómez del Campo desarrolla el proyecto Cerámica contemporánea en México. Es autora de: Resonancias surrealistas en México; Lo que no sabemos que sabemos. Notas en torno a la obra de Saúl Kaminer ; El encanto de Kati Horna; Kati Horna y su manera cotidiana de captar la realidad; Viejos recuerdos. Nuevas memorias, y La columna de la Independencia. Coautora del video Una mirada a la cerámica contemporánea, y de los librosDiego Rivera: obras; Kati Horna: recuento de una obra, y Escritos de Carlos Mérida sobre arte: el muralismo. Su objeto de estudio se centra en la imagen y su pasión es el barro. Desde 2003 ha sido miembro del Consejo Asesor de la Bienal de Cerámica Utilitaria convocada por el Museo Franz Mayer y en 2011 fue jurado en su quinta edición.

Recibido: 5 de octubre de 2016.
Aceptado: 25 de noviembre de 2016.

Palabras clave
escultura, cerámica, barro, literatura, transgénicos.

Keywords
sculpture, ceramics, clay, literature, transgenics.

 

[1] Luis Verdejo, entrevista a Javier del Cueto, texto para el catálogo Javier del Cueto. Viajar dentro de la casa. Escultura y cotidianeidad, Biblioteca de México José Vasconelos, agosto-septiembre de 2010, Conaculta, Fonca, 2010.

[2] Las pastas de color se queman a monococción entre cono 6 y 9.

[3] Citado por Luis Verdejo,Javier del Cueto. Viajar dentro de la casa…, op. cit.

[4] Chamota es como se le dice en España a la arcilla refractaria.

[5] Catálogo de la exposición Javier del Cueto. Viajar dentro de la casa. Escultura y cotidianidad, op. cit.

[6]  Técnica que aprendió en México con el ceramista canadiense Ed Bamiling del Centro Banff para las Artes.