NÚMERO
41



ENERO
JUNIO
2018

TEXTOS Y CONTEXTOS

Devenir jaguar: ciencia ficción y biopolíticas menores en Bestias de Ricardo Guzmán Wolffer y Operación Bolívar de Edgar Clément

Becoming Jaguar: Science Fiction and Minor Biopolitics inBestias by Ricardo Guzmán Wolffer and Operación Bolívar by Edgar Clément

Resumen

Este trabajo es un estudio de la ciencia ficción producida en México a través del diálogo con otras áreas que en las últimas décadas han desarrollado herramientas que ofrecen una lectura renovadora de una producción narrativa considerada al margen. En primera instancia se exploran los terrenos de la ciencia ficción periférica, es decir, la que se ha escapado de la atención crítica por no estar escrita en inglés o no haberse realizado en los principales países/centros productores del género. Posteriormente, el ensayo se enfoca en el personaje Ocelote de la novela Bestias, y en la transformación en jaguar del protagonista de la novela gráfica Operación Bolívar. Al utilizar en el terreno de lo simbólico el giro animal se busca un espacio de posibilidades representacionales fuera del lenguaje y sus determinantes, un lugar donde se puedan imaginar otras subjetividades con sus lenguajes y políticas menores.


Abstract

This is an academic survey of science fiction produced in Mexico in dialogue with other areas which in recent decades have developed tools which offer an innovative reading of fictional works usually regarded as marginal. First, I explore the terrain of peripheral science fiction, i.e. works that have not gained critical and theoretical attention due to the fact that they are not written in English and/or they were not produced in the main producing countries/centers for this genre. Then, the essay focuses on the character Ocelote, from the novel Bestias, and on the transformation into a jaguar of the main character from the graphic novel Operación Bolívar. By symbolically using the animal turn, an attempt is made to find a space for representational possibilities outside language and its determinations; a place where other subjectivities can be imagined, with their minor languages and politics.



Ana Ximena Jiménez Nava / investigadora y editorA
pp_dxime@gmail.com


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La transición de lo postapocalíptico a lo posthumano en el giro animal

Bestias (2005) es una novela del escritor mexicano Ricardo Guzmán Wolffer, publicada por primera y única vez por la Editorial Lectorum. Se trata de un autor prolífico en el campo de la literatura de géneros, y aunque su trabajo es, por decir, visible, no pocas veces ha encontrado dificultad para publicar debido a las imágenes y al registro que escoge para sus textos. Bestias es una historia divida en tres capítulos que Guzmán Wolffer denomina trilogía, y utiliza ciertos recursos para asemejarse a las estructuras narrativas de la Biblia. Se desarrolla en un ambiente citadino que se transforma en el tiempo. Según las descripciones que ha hecho la crítica, su estética apuntaría a lo postapocalíptico. En Bestias asistimos a una ecología exuberante en la que conviven humanos, mutantes, insectos, híbridos entre animales y humanos y personas indígenas para las que no está especificada su humanidad. Estas especies conforman facciones con estrategias propias con las que buscan adquirir relevancia, hegemonía y poder en un mundo aparentemente extraño. En este ambiente citadino —tanto en la superficie como en sus profundidades— hay referencias a un México en continuidad de tiempos, es decir, el pasado, el presente y un probable futuro histórico se manifiestan a través de medios tecnológicos maravillosos. Las facciones más amenazantes son una muchedumbre de cucarachas que devoran todo lo vivo y una banda de dragones (que a veces son descritos como dinosaurios) cocainómanos que se regocijan en la violencia y la masacre. Otro personaje, una bruja desnuda, sirve al mundo vegetal y su antagonista principal es el antiguo dios de los muertos, Mictlantecuhtli. Entre toda esta vorágine de personajes, cuerpos, artefactos y paisajes, sobresale el Ocelote de la Viga, quien, como un mesías, busca imponer orden al ir en busca del Grial, artefacto que le brindará potencias mágicas y lo ayudará a vencer a las demás entidades. El felino conoce a Ferre, una especie de mago que lo provee con armas y prótesis, quien le presenta las profecías de los textos antiguos.



Leonel y Román transformados en nahuales por el poder de las máscaras en Operación Bolívar.


Por su parte, Operación Bolívar es una novela gráfica que tras ser publicada en 1993 regresó veinte años después en una versión final. Edgar Clément, el autor, la dividió en dos partes. En la primera introduce al protagonista Leonel Arkángel, que se dedica a la caza de ángeles para destazarlos y separar cada una de sus partes para su venta. De todas estas materias celestiales, la que tiene mayor demanda es la droga que se obtiene a partir de los huesos molidos. Sólo los cazadores de ángeles, individuos de ascendencia indígena, pueden soportar el proceso de matarlos. El más viejo de los cazadores de ángeles es Juan Grande. En el mundo que representa Clément, el Arcángel Miguel (tomado directamente de la angelología cristiana) se alía con el ejército estadunidense para capitalizar la explotación de los ángeles menores y distribuir a escala continental la droga, “el polvo de ángel”. En la segunda parte, Leonel, junto con híbridos entre ángel y humano, busca un arreglo con El Gringo, representante inmaterial (sólo se hace presente en forma de holograma dentro de un juego de espejos) de los intereses corporativos de la llamada “Operación Bolívar”. Entre la primera y la segunda parte sucede un cruce de fronteras: americanos antiguos (sin identidad o cultura específica) entregan a Román (un agente de policía que se ha aliado con el crimen organizado) y Leonel máscaras de animales, cuando se las ponen adquieren poderes y se convierten en nahuales; Leonel lleva una de jaguar. “Soñamos la voz de un viejo hablando una lengua que no reconocemos pero que quizá aún podamos entender… Nos dice: sólo pido que no se les olvide salvar las manos de Juan Grande a la hora de salvar las suyas”. [1]



Leonel como nahual bebiendo la sangre que facilitará su transformación en jaguar en Operación Bolívar.


Durante las secuencias del enfrentamiento entre ángeles, arcángeles, nahuales, cazadores, ejército, armas de explosión y helicópteros equipados, la reina del enjambre de ángeles ofrece su corazón en un ritual mexica, de cuya sangre bebe Leonel para adoptar enteramente el cuerpo de un jaguar alado gigante. La viñeta de la transformación crece hasta ocupar toda la página, como pocas veces ha sucedido a lo largo de la novela. Alrededor del jaguar, pequeños soldados y tanques hechos con trazos más simples admiran a lo que llaman monstruo. Momentos antes de la transformación Leonel estaba a punto de rendirse, pero ahora convertido en jaguar-ángel se lanza sobre los vehículos de ataque; indetectable para los rastreadores e invencible, consigue recuperar las manos de Juan Grande.



La transformación final de Leonel en un jaguar gigante alado en Operación Bolívar.


Ambas narrativas trazan una relación temporal con la Ciudad de México. Por una parte, en Bestias se lee un futuro en el que los habitantes son híbridos que viven en un espacio donde ya no domina o rige la vida humana, sino que diferentes especies con dinámicas antropomorfas se debaten el territorio. Por su parte, Operación Bolívar se desenvuelve en un espacio alterno y coetáneo legiblemente mexicano y citadino, a decir, por las dos torres de la Catedral (ya sea la que se encuentra en el estado de Puebla o en la capital del país) a la que llegan los ángeles y que como imagen abre el texto. Ambas estéticas son atravesadas por un sentido de lo postapocalíptico, es decir, en el que las imágenes de lo humano se han subvertido al asistir a su decadencia; estamos, pues, en el escenario de lo que pasa después del fin de lo humano. Sin embargo, esta estética se vematizada por lo que en los estudios literarios se llama giro animal: la introducción en el ambiente fictivo no sólo de la representación indisciplinada de los animales, sino la dislocación de las epistemes humanistas con las que pudiera estar construido un texto: lo lineal, lo esencial, lo identitario, lo nacional, el logos al centro, el decoro, la armonía, las lenguas y los dialectos estandarizados. Lo postapocalíptico en estas subversiones consiste en la reimaginación de las formas y de la misma imaginación. El giro animal ha provocado que la crítica reordene y sospeche de las lecturas que acogen un horizonte exegético alegórico y simbólico, o dígase “humanista”, que ha visto este fin de lo humano como una decadencia moral. “¿Cómo puede la crítica literaria actual construir un marco teórico que dé cuenta de las diversas modalidades en que las ficciones contemporáneas ponen en crisis losfundamentos metafísicos de las perspectivas antropocéntricas?”. [2]

 


La desproporción en tamaño y trazo del ejército frente a Leonel en Operación Bolívar.


La lectura alegórica de estos dos textos nos arrojaría equivalencias entre los mitos culturales de México y su realidad. Por ejemplo, los actores prototípicos en los escenarios de la historia de sus violencias: los dinosaurios de Bestias serían los sicarios de los cárteles de la droga. Pero hay un punto en el que esta alegorización se ve forzada porque en ninguno de los dos textos hay una clara división maniquea o se escriben valores morales que se tengan que rescatar o integrar y los personajes se confunden en el campo de batalla. En palabras simples, no hay buenos ni malos. Los animales e híbridos que encontramos no son símbolos estables; las cucarachas de Bestias hacen referencia al pueblo, por ejemplo, pero más bien el giro animal se refiere a detectar que cuando aparecen los personajes animales o la animalidad en una narrativa hay una atención dirigida a lo político. En especial a la biopolítica, encargada de la distinción y jerarquización de cuerpos y vida: ¿cuáles tienen un futuro y cuáles son dispuestos para el sacrificio? “Como consecuencia, la animalidad deja de ser considerada una disminución de lo humano, su sustrato más bajo, más elemental. El punto de vista moral es suplantado por uno ético y estético que identifica en el animal ‘un reservorio de fuerzas creativas y regenerativas de vida que permiten al serhumano lanzarse hacia el futuro’”. [3]

Para este ensayo lo que debe llamar nuestra atención es la figura del felino mitológico y prehispánico. Si bien en Bestias encontramos un ocelote y en Operación Bolivar un jaguar, aquí no estamos tratando de describir un icono que funcionará siempre de la misma manera en la ciencia ficción mexicana; queremos pensarlo como una presencia desestabilizadora. El jaguar y el ocelote en la taxonomía prehispánica participaban de otro parentesco y otro ordenamiento: el ocelotl (jaguar) y el tlalocelotl (el ocelote de la tierra). Su representación es un punto de encuentro entre formas animales y humanas, pero, sobre todo, trae consigo significados de lo alterno, es decir, lo indígena que halla su potencia en esa referencia antigua, pero que al mismo tiempo no busca retomarla nostálgicamente y la presenta como algo que no se puede detener u homogeneizar cuando despliega su poder en el campo de batalla.


La ciencia ficción periférica como un género y una especie menor

En Bestias los humanos que sobreviven habitan el subsuelo por lo que la jerarquización de las especies se ha invertido. Los únicos géneros capaces de resistir y desarrollar este tipo de inversiones son los populares. Aquí nos ocuparemos de la ciencia ficción y de la narrativa gráfica. Si bien la definición más prototípica de ciencia ficción se entiende como el género del despliegue tecnológico y de las posibilidades de desarrollo un producto de lenguas y tradiciones anglosajonas y de primer mundo, en el caso de nuestros objetos de estudio, ambos pertenecen a una ciencia ficción fuera de las tradiciones artísticas nacionales, que en su intento de responder y escribir desde sus lugares han resultado ser más bien una crítica de esa modernidad civilizatoria a la que llegaron no sólo tarde sino en las peores condiciones. A esta ciencia ficción la denominaremos periférica, ya que se lee como un producto subalterno, es decir, una producción que sin importar tanto sus recursos formales internos ha quedado al margen por provenir de una lengua distinta al inglés. En algunas narrativas prototípicas vemos como eje el recubrimiento (implícito) del agente "humano" como el único a futurizar. La ciencia ficción periférica, por otro lado, nos demuestra una y otra vez que la población del planeta no se puede reducir a "humano", que hay razas, clases económicas y genéticas que se escriben como descartables y metaforizables.

Sin embargo, estas escrituras, o estas representaciones, no están abiertas completamente. A diferencia de las mutaciones fantásticas, las mutaciones cienciaficcionales se apegan a una lógica consistente que por estar dentro de un discurso híbrido (que no es el de la ciencia ficción dura) están secuenciadas y atravesadas por procedimientos mágicos y rituales. Es decir, encuentran su modo en epistemologías que hacen convivir la ciencia occidental con metafísicas varias. “El objetivo es escribir una historia de la tecnología moderna como si ésta emergiera de las prácticas de adivinación y de la magia, en lugar de reemplazar la superstición con la objetividad científica”.[4]



Leonel recupera las manos de Juan Grande en Operación Bolívar.

 

La figura del jaguar se puede ubicar como unidad en muchos sistemas míticos prehispánicos, pero aquí no convendría hacer explícitos sus historias, sus funciones o a las culturas que pertenecen porque en las narrativas que nos ocupan no se reactualizan dichos mitos. De hecho, al igual que todos los artefactos de la ciencia ficción, la función mítica se halla procedimentalmente vacía; los objetos se describen exhaustivamente pero jamás estarán escritos como un manual o un tratado. Los objetos aquí se construyen previendo un horizonte común de conocimientos, por lo que el mito sólo existe a partir de implicaturas, esto quiere decir que estos animales no son enteramente símbolos de una cultura sino simulacros míticos que permiten, mediante la mezcla de estéticas, desequilibrar la coherencia de sus respectivas especies. “No repone ni reafirma una cultura tradicional contra ese orden modernizador: trabaja con sus restos, con fragmentos de una cosmovisión fracturada a la que pone en movimiento y a la que recontextualiza”.[5]

De igual manera, el medio gráfico aporta al sentido de lo alternativo porque permite igualar el lenguaje con los sistemas gráficos, al mismo tiempo que potencialmente puede mostrar diferentes modos de ver y de narrar. En el caso de Operación Bolívar hay una variedad de medios que hacen presencia en el texto como los recortes de periódico, la dramatis personae, las tipografías elaboradas, un guión teatral, noticias, etcétera; en el caso de Bestias se utiliza un registro bajo y coloquial del español de la Ciudad de México. Estos elementos en el marco de la ciencia ficción y en el de la ciencia ficción periférica nos dan una idea de lo menor. “Una literatura menor no es la literatura de un idioma menor, sino la literatura que una minoría hace dentro de una lengua mayor… su primera característica es que, en ese caso, el idioma se veafectado por un fuerte coeficiente de desterritorialización”. [6] El idioma español desterritorializa a la ciencia ficción, mientras que el jaguar desterritorializa al español y a lo nacional mexicano.


La resiliencia en la imaginación de las biopolíticas menores

Los personajes de estas dos ficciones encuentran su potencia en la alianza metamórfica con los animales. La biopolítica mayor sería el ordenamiento de razas y saberes en un Estado moderno, como el que México ostenta ser; en el mismo sentido de la literatura menor, la biopolítica menor intentaría escribir sus ordenamientos dentro de esos ordenamientos oficiales. El Ocelote de la Viga y Leonel Arkángel son dos descendientes de sangre indígena, una sangre, además, a la que no se puede acceder fácilmente y no tiene una identidad definida, por eso sus alianzas transgreden cualquier continuidad simbólica: Leonel se alía con un policía corrupto y contempla la posibilidad de producir a gran escala la droga del polvo de ángel aunque proviene de una línea de sujetos marginalizados y beatificados, mientras que el Ocelote conjuga todas las fuerzas mágicas de su propio mundo, pero aun así lo caracteriza una sexualidad humana-heteronormada. Es decir, son personajes inestables que se confunden en su construcción tradicional.

Ferre introduce en el procesador analítico una de las gasas con sangre de Ocelote. Después de varios minutos, más de lo que solía tardar el aparato, tuvo en sus manos el resultado. Las secuencias genéticas eran las normales entre los mutantes: algunas humanas y otras torcidas. Todo parecía dentro de lo común, excepto por unas secuencias en el ADN que, aunque mínimas… le eran desconocidas… “No, pus con razón le funcionan tan bien mis embrujos. Pa’ mí que sí tiene algo de mago”. [7] “...el Ocelote de la Viga levantó el hocico y gruñó con la fuerza animal que siempre lo guiara en sus fechorías, pero también con un tinte de grito humano, pues por fin había entendido que ciertamente era un mutante, pero también un prehispánico”. [8]

Como parte del proyecto periférico de ciencia ficción se encuentra la reintroducción del pensamiento mágico al hallar su vehículo en la explicación científica del mundo. Ya no son dos tipos de pensamiento contrapuestos sino que lo tecnológico está al servicio de la trascendencia. Cuando en esta ecuación el agente es un humano, la extrapolación de los sentidos que lo conforman es riesgosa porque perpetúa su excepcionalidad. Sin embargo, cuando se integran subjetividades distintas entramos en la variación política del universo representacional. Las transformaciones suceden cuando el sujeto en cuestión está en peligro y necesita una forma de acompañarse y sobrevivir; ésta es la alianza que encuentra, la que procura hacer moderna y es animal: “...una biopolítica menor, en la que no se trata tanto de recuperar una cosmovisión y una identidad sofocada y tachada como de movilizar estética y políticamente —es decir, de poner en variación— el saber indígena en el paisaje transformado por el orden moderno”[9].


Semblanza de la autora

Ana Ximena Jiménez Nava . Ciudad de México, 1993. Pasante de la carrera en Lengua y Literaturas Hispánicas por la UNAM. Sus principales líneas de investigación e interés son la ciencia ficción mexicana como problema, la ciencia ficción en español, la ciencia ficción periférica, la narratología posthumana y los productos transpoéticos. Actualmente se desempeña como coordinadora editorial en la revista en línea Página Salmón (www.paginasalmon.com), donde además escribe la columna mensual La Ciencia Ficción del Tercer Mundo.



Recibido:  4 de septiembre de 2017.
Aceptado: 16 de octubre de 2017.

Palabras clave
biopolítica, giro animal, nahual, cómic, postapocalipsis.

Keywords
biopolitics, animal turn, nahual, comic, post-apocalypse.

 

[1] Edgar Clément, Operación Bolívar, México, Producciones Balazo y Animal Gráfico, 2013.

[2] Julieta Yelin, “Para una teoría literaria posthumanista. La crítica en la trama de debates sobre la cuestión animal”, <http://hemisphericinstitute.org/hemi/es/e-misferica-101/yelin>. Consulta: 4 de septiembre, 2017.

[3]Stanisław Lem, citado en idem.

[4]  "The aim is to write a history of modern technology as one that emerges from practices of divination and magic, rather than replacing superstition with scientific objectivity". Edward King y Joanna Page, Posthumanism and the Graphic Novel in Latin America, Londres, UCL Press, 2017, p. 63. Traducción de la autora.

[5] Gabriel Giorgi, Formas comunes. Animalidad, cultura, biopolítica, Argentina, Eterna Cadencia, 2014, p. 56.

[6] Gilles Deleuze y Félix Guattari, Kafka. Por una literatura menor, México, Era, 1978, p. 28.

[7] Ricardo Guzmán Wolffer, Bestias, México, Lectorum, 2005, p. 54.

[8] Ibidem , p. 80.

[9] Gabriel Giorgi, op. cit., p. 55.