NÚMERO
48



JULIO
DICIEMBRE
2021

SEPARATA

Testimonio

Testimony

Jorge Fernández Rodríguez
Disenador gráfico y publicitario
lamonet@gmail.com


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Todo comenzó con mi afición por los cómics. Las ilustraciones de aquellas publicaciones de mediados de los ochenta estimulaban mi imaginación y trataba de imitarlas. Un día, mi primo envió uno de mis dibujos a un concurso de Editorial Vid y obtuve un segundo lugar. La sensación de ver mi dibujo impreso en el cómic fue un detonante decisivo, esa sensación de hojear y ver reproducido algo que pasó por mi mente y mis manos —o mi pantalla como es actualmente— aún me fascina en todo sentido hasta el día de hoy.

En la adolescencia tuve amigos con las mismas aficiones. Exponíamos nuestro trabajo en la Casa de la Cultura de Ecatepec. Ellos escribían poesía, cuentos y yo dibujaba para una gaceta semanal llamada Ideograma. Tenía claros dos caminos ante mí: dedicarme a la música o a las artes visuales, pues no tenía interés en alguna otra profesión.

Así que —con mi amigo Héctor Anaya— fui a escuchar conferencias donde describían las interesantes carreras afines a la música; la etnomusicología me pareció sin duda la más fascinante, pero varios amigos eligieron guitarra clásica… Tras pensarlo mejor, acepté que lo mío era el rock, así que —aunque hasta el día de hoy no he estudiado música formalmente—, todavía amo e interpreto ese género musical y es el aire que respiro. Lo que también me quedó claro desde entonces, es que a lo único que dedicaría mis esfuerzos sería a una disciplina artística y lo mejor fue que tuve el apoyo incondicional de mis padres.

Por supuesto mi educación tendría que ser pública o pública, la privada estaba fuera de toda posibilidad, así que todo iba cayendo en su lugar. Por supuesto, hice examen en la UNAM y la UAM, pero yo era un estudiante paupérrimo —de esos que apenas y pasan de año— y jamás creí aprobar ese tipo de exámenes de ingreso. Así que estuve un año sin entrar a una universidad y trabajé de voceador o de mesero.

Para mi fortuna, me llegaron rumores de una escuela donde aparentemente tenían poco peso las habilidades para el álgebra y la química, pero mucho más las capacidades de representación, de síntesis visual y de composición. Era una universidad dónde te entrevistaban y hablabas a tus evaluadores sobre tus gustos sobre cine, cómics, libros y música. Era la Escuela de Diseño del INBA. Por supuesto, esa visión me vino como anillo al dedo y tras aprobar los tres exámenes me encaminé hacia la única escuela que he amado y todavía honro al día de hoy.

Así, después de muchas peripecias, tuve la fortuna de concluir la licenciatura e insertarme desde antes en el campo laboral, adentrándome cada vez más en el ramo del diseño editorial. Lo genial es que en cada cambio de empleo o de responsabilidades me han permitido progresar en todos los aspectos.

Escribí todo esto porque el 27 de abril del 2021 se conmemora el Día internacional del diseño gráfico y he tenido la fortuna de ejercerlo profesionalmente durante veinte años. Espero que sean muchos más. Daré todo porque así sea. Reconozco que no pude haber elegido una mejor profesión ni universidad, porque ambas me dieron la oportunidad de transformarme como persona y como diseñador.


Jorge Fernández Rodríguez en las instalaciones de la EDINBA 2017




Semblanza del autor

Jorge Fernández Rodríguez. Se ha especializado en diseño publicitario. Ha laborado en dos disqueras y en un semanario. En 2017, estudió la Especialidad en Diseño editorial, lo que le permitió perfeccionar y actualizar sus conocimientos. Actualmente trabaja para la Empresa Dharma Books, donde desarrolla libros de texto, narrativas y múltiples servicios editoriales.



Recibido: 14 de mayo de 2021.