NÚMERO
47



NÚMERO
ESPECIAL

TEXTOS Y CONTEXTOS

Ver a distancia

Seeing at a Distance

Resumen

El distanciamiento social, adoptado como estrategia para tratar de detener la propagación del coronavirus, pareciera haber venido acompañado de un distanciamiento en nuestra forma de ver el mundo. Si bien la tecnología ha hecho posible que la mirada llegue a espacios que hasta ahora nos resultaban impenetrables, hemos dejado de tener acceso a imágenes fundamentales: el rostro del Otro se presenta tapado y la gente muere sin siquiera ser vista por aquellos que lo quieren. Algunas experiencias trascendentales son vistas a tal distancia, que a veces quedan completamente fuera del alcance de nuestra mirada, lo que dificulta la apropiación y atribución de sentido a la experiencia vital. El relato que aquí se presenta comprende un texto, así como una serie de fotografías tomadas de mi entorno personal o de la prensa y que intervine digitalmente.


Abstract

Social distancing, the strategy adopted to try to stop the spread of the corona-virus pandemic, seems to have been accompanied by a distancing in our ways of seeing the world. Technology has made it posible to look into spaces that were impenetrable before; however, we have lost Access to fundamental images: The Other’s face is masked, people die without being seen by their loved ones. Some transcendental images are seen at such a distance that they sometimes are left beyond our gaze, making it harder to appropriate, and attribute meaning to, our vital experience. What follows is a story and a series of photographs taken from my personal surroundings, and press clippings which I intervened digitally.



María Campiglia
artista y docente
maria_campiglia@yahoo.com.mx


DESCARGAR


Ha pasado más de un año desde que en Wuhan se originó el cisma que cambiaría radicalmente nuestra manera de relacionarnos con los otros y mirar el mundo. Fue en diciembre de 2019 cuando se reportó la existencia de un grupo de personas enfermas con un tipo de neumonía desconocida: casi todos habían estado en un mercado del sur de China o tenido contacto con trabajadores del lugar.[1] El causante de la enfermedad era un virus que se propagaría a gran escala y que para octubre de 2020 lograría infectar por lo menos a diez por ciento de la población mundial, según estimaciones de la Organización Mundial dela Salud.[2] [3]




Puente de Wuhan sobre el río Yangtsé, “Un mundo sin gente: 23 fotos aéreas de ciudades casi vacías por la pandemia de coronavirus", 31 de diciembre de 2020,
<https://www.infobae.com/america/fotos/2020/03/28/
un-mundo-sin-gente-23-fotos-aereas-de-ciudades-casi-vacias-por-la-pandemia-de-coronavirus/
>.




National Geographic, “¿Qué son los ‘mercados mojados’, considerados la fuente probable del nuevo coronavirus?”,
31 de diciembre de 2020,
<https://www.nationalgeographic.es/animales/2020/04/que-son-mercados-mojados-fuente-probable-coronavirus>.



María Campiglia, imagen digital, 2020.



Quizás el brote hubiera podido producirse en cualquier otro punto delmundo, o tal vez no,[4] pero de una u otra manera colocó a China en el centro de este relato y las medidas asumidas por su gobierno para intentar frenar su propagación tuvieron un fuerte impacto a nivel global. Se trataba de un virus de origen animal que había sido transmitido a seres humanos y resultaba altamente contagioso. Además, era tan difícil identificarlo como predecir su comportamiento. Se podía contagiar sin tener síntomas —o antes de tenerlos—, de manera que todas y cada una de las personas se convertían en potenciales portadores, incluso si se veían perfectamente sanos y se sentían bien.

Para controlar la pandemia el gobierno chino optó por un riguroso aislamiento de la población contagiada, así como como el uso de herramientas tecnológicas que le permitieron realizar un monitoreo digital de los sujetos. Cámaras de reconocimiento facial que controlan la temperatura y drones que vigilan que la gente cumpla con la cuarentena fueron algunas de las medidas adoptadas por su gobierno y replicadas en diversas latitudes.[5] 2020 nos permitió atestiguar distintos ángulos de las implicaciones que ha tenido de esta política, cuyos riesgos han sido advertidos por importantes pensadores como Byung-Chul Han.

Si bien México ha optado por medidas mucho más moderadas, la Secretaría de Salud recomienda la “sana distancia”, se fomenta la realización de toda clase de actividades online y nuestra cotidianidad, y con ella nuestra mirada, ha cambiado por completo.

En algún sentido podemos decir que el covid afecta la visión, y con esto me refiero no solo a lo fisiológico, a la leve pérdida de vista que experimentamos muchos de los que tuvimos covid, sino que invisibiliza algunas cosas. Los tiempos de aislamiento social y cuarentena han hecho que veamos de una forma distinta, en primer lugar por la simple y llana razón de vemos cosas distintas.

Las cámaras de nuestras computadoras nos han permitido entrar a espacios que hasta ahora nos resultaban inaccesibles, pero también han aparecido importantes puntos ciegos. En primer lugar lo digital supone un encuadre más acotado y controlado. La espacialidad se achata no sólo porque no suele producirse en espacios grandes y a cielo abierto, sino porque literalmente es necesario perder la profundidad, convertir la realidad tridimensional en bidimensional, para “capturarla” en una pantalla. Las videoconferencias permitieron que nuestra mirada se colara a espacios íntimos, que hasta ahora nos resultaban inaccesibles, pero simultáneamente resultó inocultable la sensación de distancia que generaron.

Las cámaras se apagan y se encienden, haciendo aparecer y desaparecer las imágenes de manera abrupta y obligándonos a desconfiar en la veracidad de la comunicación establecida con los individuos. ¿Qué hace aquel cuya imagen desaparece? ¿Me oye aún o se ha desconectado por completo? Incluso con las pantallas encendidas ese otro está irremediablemente lejos, y aunque constate cada segundo que mira en mi dirección, nunca podré asegurar dónde se detiene su mirada.

Ilana Boltvinik, en el ciclo de conversaciones “Imagen y pandemia” organizado por El Centro de la Imagen y 17, Instituto de Estudios Críticos, abrió una serie de interrogantes en relación con qué es aquello que decide colocarse como fondo y qué queda fuera del encuadre. En las plataformas digitales lo que mira el Otro parece ser más distante, más inaccesible que nunca.

Los fondos pueden convertirse en auténticos escenarios, que algunas veces requiere de una compleja producción y otras puede incluso intentar ignorarse, pero de manera intencional o no siempre implicarán un recorte de la visualidad del que está al otro lado de la pantalla: “es esto lo que ofrezco a tu mirada”. Durante 2020 no sólo vi fondos modificados de manera digital, sino a personas colgando sábanas o metiéndose literalmente en armarios en lo que yo interpreté como un encantador intento por controlar qué es lo que sale a cuadro y asegurar el protagonismo de su imagen.




Sámad Liliann Moreno Valencia, fotografía de perfil en Facebook, mayo de 2020,
<https://www.facebook.com/liliann.morenovalencia/photos>.




“Ramadán en tiempos de pandemia”, 31 de diciembre de 2020,
<https://www.publico.es/sociedad/ramadan-ramadan-tiempos-pandemia.html>.




National Geographic, “La Kaaba, La Meca. Arabia Saudí”, 12 de diciembre de 2020,
<https://www.nationalgeographic.com.es/fotografia/ciudades-fantasma-calles-vacias-por-coronavirus_15336>.



La imagen digital nos permite “colarnos” a otros espacios, pero en el fondo todos sabemos que no es otra cosa que un artilugio para intentar compensar la ausencia de ese Otro que está definitivamente en otro sitio. Lo digital ha sido una de las estrategias fundamentales para establecer distancia entre las personas, pero no la única. El distanciamiento social se ha impuesto como medida en el mundo entero, y si bien hay variaciones en su implementación en función de las políticas gubernamentales y usos culturales, no cabe duda que se ha puesto un enorme énfasis en evitar la proximidad entre individuos.

El paisaje mismo se ha modificado con la aparición de innumerables grafismos que buscan asegurar la distancia dando instrucciones. Asientos de transporte público, bancos y centros comerciales han sido marcados con una X; se trazan círculos de seguridad en el césped de algunos parques; el tendero de la esquina ha puesto sobre la banqueta puntos con la leyenda“sana distancia”; y mi vecino colocó a dos metros de su puerta una línea de másking y un texto que indica “espere aquí”.

A medida que se acelera el ritmo de contagios se pretende que las personas permanezcan cada vez un mayor tiempo dentro de sus viviendas, y que limiten al máximo su interacción con otros. En algunas puertas pueden verse zapatos, que parecieran ser la manifestación objetual y concreta de nuestra confianza en separar espacio íntimo de la realidad exterior como medida para intentar mantenernos a salvo.

Recurrimos a diferentes estrategias para intenta separar el cuerpo del entorno. Cubrirse la cara ha dejado de ser causa de desaprobación social para convertirse casi en un mandato. Y así como el pañuelo o el pasamontañas se han usado para ocultar la identidad de quien los porta, el uso del cubrebocas y caretas termina teniendo un efecto similar, pero ahora reclamado como signo de alguien “socialmente responsable”. El rostro se presenta obliterado, dificultando ese ejercicio básico de empatía que supone el reconocimiento diario de la humanidad del Otro. La imagen que acompaña este texto proviene de una foto publicada en Facebook por una amiga, pero podría ser la imagen de cualquier otra persona. No hay rasgo alguno que delate su identidad.

Médicos y enfermeras usan equipos de protección para aislarse del entorno y que, simultáneamente, los hacen completamente irreconocibles. Trajes que los invisibilizan. En un intento por afirmar su propia identidad, resultar menos atemorizantes y generar cercanía con los pacientes, algunos médicos han decidido portar pegada al uniforme una impresión con la foto de surostro, sonriendo.[6] Establecer un vínculo se facilita si se tiene de por medio un rostro sonriente, pero el artilugio no presenta un rostro sino la imagen bidimensional y congelada del mismo, en una sonrisa perpetua.

La forma en que bregamos con esta pandemia no solo ha invisibilizado la sonrisa de los médicos. El uso del cubrebocas oculta constantemente muchas otras bocas, sonrientes o enojadas. Dos miradas se encuentran en la calle y de manera absolutamente instintiva y automática se sonríen. La mirada de cada uno busca los labios del otro para confirmar si hay correspondencia antes de seguir el paso. Se trata de un gesto tan propio de nuestra condición humana, tan básico y primitivo. Quien sonríe debajo del cubrebocas realiza un gesto que no resulta del todo indescifrable, pero tampoco se muestra de manera abierta y evidente, sino que averiguarlo exige un acto de observación más fino. La sonrisa, ese mecanismo innato, tan propio del ser humano, tiene que ver con un gesto de empatía, de reconocimiento y aprobación, de cercanía, que ahora desaparece o se esconde.

La mirada en tiempos de pandemia ha encontrado poderosos obstáculos, y así como solo pueden intuirse las sonrisas o los gestos de desagrado, hay otras cosas que también se ocultan a nuestra mirada. Una extraña sensación de lejanía e invisibilidad permea en diferentes ámbitos de nuestra vida. El aislamiento social se plantea como importante medida para frenar los alcances de la pandemia y esto tiene el efecto de colocarnos irremediablemente lejos de lo que está pasando.

La indicación cuando alguien se enferma es aislarlo, de manera que se espera que permanezca en su casa, sin contacto con otras personas. Si las cosas se complican es trasladado a un centro de atención médica, que puede ser cercano, estar incluso en su colonia pero que en el imaginario parece ocupar un territorio completamente distinto y distante.



Animal Político, “La Basílica de Guadalupe, vacía por primera vez un 12 de diciembre”, 31 de diciembre de 2020,
<https://www.animalpolitico.com/2020/12/galeria-basilica-guadalupe-12-diciembre >.



El Universo, “El coronavirus también afectó en México a la tradicional peregrinación a la Virgen de Guadalupe”,
31 de diciembre de 2020,
<https://www.eluniverso.com/noticias/2020/12/12/nota/8081191/
coronavirus-tambien-afecto-mexico-tradicional-peregrinacion-virgen
>.


Al internarse, en algún sentido, la persona simplemente desaparece. Se reciben los partes médicos pero no es común ver a los enfermos, y a diferencia de lo que sucede con otras enfermedades, no hay posibilidad de acompañamiento. ¿Qué le pasa a los pacientes graves? La mayoría no tenemos idea de los tratamientos En el imaginario, los centros covid parecieran ser terrenos nebulosos de los que no es fácil construir una imagen mental. Pacientes inconscientes, ventiladores que se apagan… Los procedimientos concretos parecieran ser muy similares a la experiencia sensible que tenemos cuando alguien muere de covid… Es como si se apagara.

La imagen última, tan importante para permitir despedirnos de quien se va y “guardarlo en el recuerdo”, no llega. El dolor que debe suponer despedirse de quien se quiere sin poder estar presente, sin verlo, pareciera convocar a la negación, al borramiento y desaparición de las personas, incluso del recuerdo del último instante.

Las sociedades pierden también algunas de sus prácticas fundamentales destinadas a facilitar el recuerdo, el acompañamiento y la cohesión comunitaria. El mundo musulmán tuvo por primera vez en su historia una Kaaba vacía, y aunque antes de las oraciones se repite: “hombro con hombro y corazón con corazón”, en las filas se marcan espacios para evitar el contagio. La distancia del otro no podría resultar más evidente. Y el 12 de diciembre de 2020 se suspendió la peregrinación a la Basílica de Guadalupe, La Villa, nada menos que la peregrinación más grande del mundo.

Como humanidad nos encontramos frente a una enorme ola de muerte, pero simultáneamente, el tipo de tratamiento que exige el virus nos obliga a renunciar a los rituales de cierre y acompañamiento. El riesgo de contagio hace que las familias tengan que enfrentar las despedidas en soledad, muchas veces incluso en cuarentena. En México la Secretaría de Salud establece que al producirse un fallecimiento los deudos pueden ver el cuerpo si así lo desean, y pueden recibir a parientes y amigos en casa,pero se insta a que no se realicen velorios ni funerales.[7] Los rezos suelen hacerse a distancia, muchas veces por Zoom, y los pésame se dan por teléfono o incluso directamente en las redes. El manejo de los cuerpos es realizado por profesionales, burocratizado e impersonal. Los lineamientos en relación con los procedimientos que deben seguirse se fijan en un manual que enfatiza la importancia de un tratamiento digno y respetuoso, pero no cabe la menor duda que será, como poco, mecanizada y distante.


María Campiglia, imagen digital, 2020.



María Campiglia, imagen digital, 2020.



María Campiglia, imagen digital, 2020.


La pérdida de rituales funerarios dificulta sin duda la posibilidad de dar consuelo a los que quedan. Pero además, los velorios y entierros son ceremonias de cierre que atribuyen un sentido a la vida de quien ha partido, las califican como vidas que merecen ser lloradas y conmemoradas: se cuentan anécdotas de quien murió, se comparten fotos, se llevan flores. Pero en algún sentido, durante la pandemia es como si quien ingresa al hospital por covid simplemente desapareciera de nuestra mirada. Los partes médicos se reciben con una mezcla de angustia y resignación de impotencia porque simple y llanamente no se puede estar presente. Al morir pareciera no quedar más rastro de la persona que algunas publicaciones de Facebook que terminan perdiéndose en un mar de notas inconexas.

La distancia física que se establece por el miedo al contagio nos imposibilita ver, oír y tocar, y con ello no nos deja procesar lo sucedido y otorgarle un sentido personal y colectivo. La tecnología, parece demostrar su utilidad en el control de la dispersión del virus, pero simultáneamente permite a las sociedades desplegar algunos de sus rasgos más autoritarios.

La hiperconectividad pareciera ofrecer una especie de transparencia, donde todo estaría sujeto a ser visto; hay cámaras en sitios inimaginables y tomamos fotos de manera compulsiva con nuestros dispositivos móviles: una sucesión infinita de imágenes completamente irrelevantes se genera y consume sin pausa. Simultáneamente hemos perdido visiblidades fundamentales, sin las cuales hay procesos vitales que resultan tan difíciles de asimilar que se vuelven inapropiables.




María Campiglia, imagen digital, 2020.



María Campiglia, imagen digital, 2020.



María Campiglia, imagen digital, 2020.



María Campiglia, imagen digital, 2020.






Bibliografía

Agamben, Giorgio, Slavoj Zizek, Jean Luc Nancy, Santiago Lopez Petit, Judith Butler, Alain Badiou, David Harvey, Byung-Chul Han, Raul Zibechi, Maria Galindo, Markus Gabriel, Gustavo Yanez Gonzalez, Patricia Manrique y Paul B. Preciado, “Sopa de Wuhan, Pensamiento contemporáneo en tiempos de Pandemias”, Argentina, ASPO (Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio), 2020, 288 pp.

Byung-Chul Han, “La desaparición de los rituales: Una topología del presente”, España, Herder Editorial, 2020, 120 pp.



Publicaciones electrónicas

Anaya, Juan Pablo, “Imagen y pandemia: seis miradas. Imaginar el futuro”, 17, Instituto de Estudios Críticos y Centro de la Imagen, < https://m.youtube.com/watch?v=DLhQiZPKZjM>. Consulta: 21 de julio, 2020.

BBC News, “Coronavirus: el conmovedor gesto de los médicos que llevan sus fotos sonriendo en el uniforme para que los pacientes les vean la cara”, <https://www.bbc.com/mundo/noticias-52319291>. Consulta: 12 de diciembre, 2020.

Boltvinik, Ilana, “Imagen y pandemia: seis miradas”, 17, Instituto de Estudios Críticos y Centro de la Imagen, <https://m.youtube.com/watch?v=KPoK6BqZ9Sc >. Consulta: 28 de julio, 2020.

Covidoscope. Artistic expressions of the pandemic , “Vigilance”, <https://www.covidoscope.org/en>.Consulta: 12 de diciembre, 2020.

El País, “La OMS estima que el 10% de la población mundial se ha contagiado de Covid, 22 veces más que los casos diagnosticados”, <https://elpais.com/sociedad/2020-10-05/la-oms-estima-que-el-10-de-la-poblacion-mundial-se-ha-contagiado-de-covid-22-veces-mas-que-los-casos-diagnosticados.html>. Consulta: 5 de octubre, 2020.

Organización Mundial de la Salud, “Nuevo coronavirus - China”, <https://www.who.int/csr/don/12-january-2020-novel-coronavirus-china/es/>. Consulta: 27 de enero, 2020.

Secretaría de Salud, “Guía de manejo de cadáveres COVID 19”, <https://coronavirus.gob.mx/wp-content/uploads/2020/04/Guia_Manejo_Cadaveres_COVID-19.pdf>. Consulta: 6 de octubre, 2020.



Semblanza de la autora

María Campiglia. Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte y docente de tiempo completo de la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda”. Se doctoró en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Barcelona y cuenta con importantes reconocimientos a la producción artística, como el Premio de Adquisición del Encuentro Nacional de Arte Joven. Ha sido becaria del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), del Ministerio de Asuntos Exteriores y la Agencia Española de Cooperación Internacional (MAEC-AECI), así como del Programa de Apoyo a la Docencia, Investigación y Difusión de las Artes (PADID). Cuenta con diversas exposiciones individuales y colectivas.



 

Palabras clave
distanciamiento, cuerpo, Otro,
experiencia, mirada.

Keywords
distancing, body, Other,
experience, gaze.

 

[1] Organización Mundial de la Salud, “Nuevo coronavirus - China”, <https://www.who.int/csr/don/12-january-2020-novel-coronavirus-china/es/>. Consulta: 27 de enero, 2020.

[2] “La OMS estima que el 10% de la población mundial se ha contagiado de Covid, 22 veces más que los casos diagnosticados”, <https://elpais.com/sociedad/2020-10-05/la-oms-estima-que-el-10-de-la-poblacion-mundial-se-ha-contagiado-de-covid-22-veces-mas-que-los-casos-diagnosticados.html>. Consulta: 5 de octubre ,2020.

[3] Fue el 30 de enero de 2020 que La Organización Mundial de la Salud declaró la existencia de un riesgo de salud pública de interés internacional; para el 11 de marzo la enfermedad ya se consideraba una pandemia.

[4] Científicos, literatos, cineastas y hasta empresarios habían advertido la inminencia de la llegada de un devastador virus que representaría un auténtico cataclismo para la humanidad. En la ficción planteada por la película Contagion (2011), el virus provenía también de los murciélagos. Y en la novelaThe Eyes of Darkness, escrita en 1981, sería llamado Wuhan-400.

[5] Se ha confiado a la tecnología parte importante del manejo de la pandemia, al punto en que se usan robots para el reparto de comida en hospitales.

[6] “Coronavirus: el conmovedor gesto de los médicos que llevan sus fotos sonriendo en el uniforme para que los pacientes les vean la cara”, <https://www.bbc.com/mundo/noticias-52319291>. Consulta: 12 de diciembre, 2020.

[7] Secretaría de Salud, “Guía de manejo de cadáveres COVID 19”,<https://coronavirus.gob.mx/wp-content/uploads/2020/04/Guia_Manejo_Cadaveres_COVID-19.pdf>, 6 de octubre de 2020.